Ataca a todas las especies cítricas. Con su aparato bucal produce lesiones en los frutos, mediante la rotura de las células epidérmicas de los frutos atacados, liberando aceites esenciales, que en contacto con el aire y la luz se oxidan produciendo lesiones. Los frutos presentan coloración tostada en las naranjas y mandarinas o plateada en limones; en los pomelos las manchas varían entre el gris y el negruzco.
También afecta brotes tiernos y hojas. Las ramas se vuelven negras. Las hojas aparecen con manchas amarillo parduscas que pueden ser seguidas por clorisis y defoliación. Si el ataque se produce en los primeros períodos de formación del fruto, éste queda pequeño y deformado. Su ataque produce efectos negativos en la conservación de los frutos, además de afectar su apariencia.
Ataques severos pueden ocasionar clorosis y defoliación de hasta un 70% de la planta.